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lunes, 1 de noviembre de 1999

Aquixtla bajo la mirada de Beatriz Gutiérrez Müeller. 1999

 

Retrato de la Sierra con desastre Puebla: los nuevos muros de agua



POR: BEATRIZ GUTIÉRREZ MUELLER


La Sierra Norte de Puebla padece los efectos del desastre causado por una intensa temporada de lluvias. El paisaje, como revela esta crónica, ofrece miles de héctareas de cultivo perdidas, hambre, desolación y cientos de historias que, de no estar al alcance de los ojos, parecerían inverosímiles.
Viejo campesino está de pie —aún— y mira hacia el horizonte. Se acompaña sólo de un bastón. El único testigo es otro hombre que cruza por ese valle rodeado de montañas, en

Tapayula. El campesino sigue mirando al vacío. Pisa su parcela devastada, la que agonizó en el lodo. Sigue de pie, con la mirada perdida en lontananza, guarecido bajo un sombrero y un plástico. El otro hombre, de la ciudad, se le aproxima. Se miran sin decirse nada. Se dan la mano. El silencio dura una eternidad. Cada quien sigue su camino.
La desazón la han dado las lluvias, pero la tragedia está en los ojos, desde que nacieron.
Gregorio, totonaco, vive en un pueblo de Tepango de
Rodríguez. Ha caminado cuatro horas hasta Jilotzingo, donde no hay paso —por la interserrana— hasta Zacatlán. Es la frontera obligada. Va a comprar maíz, muy escaso. Dice que le pide a Dios “que me ayude”. Dios “es grande y poderoso. Dios me ha mandado y ahora que me ayude”.
—¿Y para qué lo trajo Dios? Pues para trabajar, para trabajar. Para adorarlo por él…
-¿Y.?
—A sufrir… Como estamos viendo ahora, trabajamos pero no alcanza. A ver por nuestros hijos también.
La ayuda es abundante. Trailers y camiones circulan por toda carretera que se aproxime a la zona de desastre. La presidencia municipal de Zacatlán, centro regional de abasto, se ha convertido en una gran bodega: las cajas y paquetes de ayuda suben y bajan.
Hasta ahí llegan de comunidades cercanas. O lejanas. Horas y horas de camino entre lodazales, peñascos y barrancas.
Otro hombre, por su cuenta, ha acopiado ropa. Se estaciona frente a la presidencia municipal en su Ram Charger azul. Abre bolsas que pretende repartir y una marabunta de hombres y mujeres campesinos se hace en derredor suyo. Trepadas unas hasta en las llantas, arrebatan al de junto. Comienzan los jaloneos. El sofocado repartidor sube al techo de su Ram Charger. Pide orden pero el llamado es inaudito. Lanza al aire lo que le queda en las bolsas, y lo que cae lo toman mujeres desesperadas. Unos perros flacuchos olisquean sin parabién. Los perros van a dar a un bote de basura donde sacan platos de unisel con restos de frijoles.
Las parroquias dan albergue y reciben la ayuda de Cáritas. El movimiento en los pueblos es insuficiente para abastecer a miles de hambrientos. Gente va y viene, trabaja para acarrear bultos de maíz o de azúcar.
En Aquixtla, la carretera se desplomó. Una centena de hombres ha formado una cadena que recorre una vereda hechiza como alternativa, para hacer llegar gasolina, agua, frijoles. Hasta cajas de Corn Flakes. Los tanques de gas se trasladan por el vacío que el tramo carretero desaparecido dejó por las lluvias, a través de una polea. Ahí van los cilindros, viajando como en teleférico. Del otro lado compran los que tienen.
En el atrio de la iglesia de San Juan Bautista, unos damnificados rodean al sacerdote. El abasto que llega, parte. Cuando arriban las cajas de ayuda, se hace sonar una campana. Los habitantes que vienen del rumbo de Tetela de Ocampo, a pie o a tramos en camioneta (las que se quedaron de ese lado), acuden al llamado. Y a cargar. A lomo de burro.
La tierra de antiguos evangelizadores franciscanos está desolada. El párroco José Adolfo Chávez, ahí en el atrio, prende un Marlboro. La neblina está en el ambiente y el frío cala. Llueve. Todo está triste. Alguien comienza a tararear “fumando espero…” y se detiene.
—¿Y qué espero?
Los contertulios se miran. El silencio ahonda.
—Yo no sé qué espero —dice uno.
—Yo tampoco —tercia otro.
Pero no muy lejos de ahí, miles de bocas esperan: caminos destrozados, casas destruidas; no hay luz. Las historias son inverosímiles para aquel hombre de ciudad, el que miraba al campesino en ese paraje. Pero están ahí y se cuentan: trece personas que quisieron guarecerse de los deslaves como en Camocuautla fueron a encerrarse en el templo y ahí quedaron sepultados. Un padre corría en Ahuacatlán buscando deseperadamente refugio para su familia y su bebé se le escurrió de los brazos. El crío cayó por un despeñadero.
Y así siguen: decenas de pueblos desaparecieron bajo el lodo, cientos de campesinos emigran al municipio más cercano para comer. Una mujer totonaca sólo salvó un paraguas. Un niño duerme en un albergue y ha preguntado por sus padres y tíos que no sabe que están muertos. Un grupo de indígenas que llevaba abastos desde Zacapoaxtla fue asaltado a medio camino; uno de ellos murió a machetazos. En Tepango de Rodríguez, en el segundo viaje por helicóptero, dos militares tuvieron que bajar a contener a una horda de hambrientos que se golpeaba por quedarse con una despensa.
Miles de hectáres perdidas, muerte, hambre: destrucción de viviendas, escuelas, casas de salud. Así esta el futuro para los hombres y mujeres de la Sierra Norte de Puebla que no recuerdan, “hasta hace como cuarenta años, que fue cuando Dios se enojó tanto”. 

Beatriz Gutiérrez Mueller. Periodista. Reportera del noticiero de radio poblano Revista 105.


CRÓNICA DE AQUIXTLA
Recuperado de la Revista Nexos 1 noviembre de 1999.  https://www.nexos.com.mx/?p=9448

domingo, 10 de octubre de 1999

LA INUNDACIÓN DE 1999 EN LA SIERRA NORTE DE PUEBLA. CNN MÉXICO

 

Víctimas de inundaciones en México lloran muertos y suplican ayuda





10 de octubre de 1999

Publicado en la Web a las 2:29 pm EDT (1829 GMT)

POZA RICA, México (Reuters) - Los gritos de duelo y las súplicas de ayuda resonaron a lo largo de la costa del Golfo de México el domingo mientras los residentes enfrentaban la falta de alimentos, servicios básicos y una lucha contra posibles enfermedades después de la peor inundación que azotó la región en siglos.

Las autoridades de todo el país informaron que al menos 300 personas murieron y al menos 200.000 quedaron sin hogar por las inundaciones que arrasaron nueve de los 31 estados de México.

Los residentes de la ciudad petrolera de Poza Rica, en el estado del Golfo de Veracruz, se quedaron hundidos hasta las rodillas en el lodo estancado dejado por las crecientes aguas y gritaron "¡Ayuda, ayuda, ayuda!" al presidente mexicano Ernesto Zedillo el sábado cuando visitó la ciudad durante un recorrido en helicóptero para coordinar los esfuerzos de rescate.

El barrio de Las Gaviotas había estado sin electricidad ni agua corriente desde que las fuertes lluvias golpearon el martes anterior. Las familias lucharon por salvar sus pocas posesiones preciadas, incluidos colchones, estufas y televisores, colocándolos en los tejados.

La cría de mosquitos es un problema de salud

"Todo apesta por aquí, no hay agua ni electricidad, y las enfermedades no tardan en llegar", dijo a Reuters la profesora universitaria María Luisa Sánchez en Las Gaviotas.

Los funcionarios de salud dijeron que las piscinas estancadas eran un caldo de cultivo potencial para los mosquitos que propagan el dengue, una enfermedad altamente infecciosa que prevalece en zonas como el norte de Veracruz.

"Hasta ahora no ha habido un brote de dengue, pero si no tenemos cuidado podría haber una epidemia. Tenemos una alerta de salud en el estado", dijo a Reuters el director de servicios de salud del estado de Veracruz, Luis Fernando Artiga.

Zedillo, acompañado por media docena de ministros del gabinete federal, prometió no defraudar al pueblo de Veracruz en un desastre nacional que comparó con el huracán Pauline, que mató a unas 400 personas mientras azotaba la costa del Pacífico de México hace dos años.
"En términos de vidas humanas perdidas, es la tragedia de la década para México. Es una situación muy grave para el país", dijo Zedillo a periodistas en Poza Rica, a 130 millas (220 km) al noreste de la Ciudad de México.

Los soldados trabajan sin parar para desenterrar cuerpos

Jeffrey Wilkerson, un investigador ecológico con 36 años de experiencia en Puebla, dijo a Reuters que la inundación fue "completamente fuera de lo común, la peor inundación en el Golfo de este siglo, de hecho en cuatro siglos".

Los trabajos de rescate continuaron en el estado central de Puebla, que parecía ser el más afectado por las inundaciones que convirtieron las laderas en ríos de lodo mortales y enterraron pueblos enteros.

Los soldados que habían trabajado sin parar desde el viernes habían desenterrado casi 100 cuerpos en el pueblo de La Aurora, cerca de Teziutlán en Puebla, 120 millas (190 km) al noreste de la Ciudad de México. La oficina del alcalde estimó que 140 personas murieron en la ciudad.

"Todavía hay gente enterrada en el lodo, la orden es quitar todo el lodo que hay allí. Estamos trabajando las 24 horas del día", dijo a Reuters el jefe de policía de Teziutlán, Amadeo Andrade.

En Mixum, un pequeño pueblo indígena de Puebla, los rescatistas habían recuperado los cuerpos de cuatro niños de una clase de 20 envueltos por un deslizamiento de tierra, informó la radio local.

Mayor número de muertos no oficiales

El número de muertos incluye los estados de Puebla, la vecina Veracruz, el centro de Hidalgo, el estado del Golfo de Tabasco y el sureste de Chiapas.

El número de muertos no oficial es mucho mayor. El diario La Jornada publicó el sábado un recuento de 600 muertos. Y la emisora ​​de radio Formato 21 dijo que 206 habían muerto en Zacatlán, otro pueblo de Puebla.

Mientras tanto, grupos eclesiásticos y no gubernamentales pidieron, como lo han hecho en muchos desastres en los últimos años, donaciones de alimentos enlatados, agua embotellada, mantas y suministros médicos para enviar a las víctimas de las inundaciones.

Y más lluvia podría frustrar los esfuerzos de rescate. El Servicio Meteorológico Nacional predijo que la tormenta tropical Irwin traería lluvias intensas a la costa del Pacífico de México.


CRÓNICA DE AQUIXTLA

Recuperado de CNN Noticias, el 17 de Septiembre de 2020 

por el Cronista. http://edition.cnn.com/WEATHER/9910/10/mexico.floods/